En el siglo XVII se caracterizó por una fuerte recesión demográfica, general en toda Europa, pero de especial gravedad en los reionos hispánicos. La población resgistró un importante retroceso al pasar de ocho millones de habitantes en 1600 a siete millones en 1700.
Las causas hay que buscarlas en el flujo migratorio al nuevo continente, en las bajas ocasionas por las guerras, en la expulsión de los moriscos y en el conjunto de pestes y epidemias que asolaron el país entre 1601 y 1685.
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